La mayoría mantenemos una cuenta corriente o cuenta vista para realizar operaciones y pagos diarios. Nos da seguridad saber que los fondos están disponibles ante cualquier imprevisto. Pero lamentablemente, ese colchón financiero puede estar costando caro sin notarlo.

Y es que, mantener saldos ociosos por meses en dichas cuentas conlleva un alto costo de oportunidad: la pérdida silenciosa del valor real de nuestro dinero. Al no generar intereses, el poder adquisitivo se va esfumando lentamente producto de ese vil enemigo llamado inflación.

Pongamos un ejemplo:

Si hoy tenemos $5 millones guardados en nuestra cuenta corriente, según las proyecciones del mercado, en 5 años esa cifra seguirá siendo la misma en términos nominales. Es decir, los $5 millones seguirán intactos, pero habrán perdido valor real.

Con una tasa de inflación anual promedio de 3%, en 5 años la capacidad de compra de esos $5 millones se habrá deteriorado en más de 15%. En dinero actual, dicha pérdida invisible ascendería a cerca de $750 mil.

¡Imagina todo lo que podrías haber comprado hoy con tres cuartos de millón extra!

Y si la inflación subiera a niveles más elevados como ha ocurrido recientemente, la sangría de poder adquisitivo se aceleraría aún más rápido. De allí la importancia vital de entender que la cuenta corriente o cuenta vista no está hecha para acumular dinero inactivo por mucho tiempo. Más bien, su propósito es servir como puente para mover y canalizar esos fondos rumbo a inversiones que sí generen retornos.

¿Cómo evitamos que nuestro dinero pierda valor adquisitivo?

INVERTIR, esto permite que nuestros fondos crezcan y se protejan contra la inflación a largo plazo. Existen diversas alternativas de inversión, y lo importante es encontrar aquella que se ajuste a nuestros objetivos financieros y tolerancia al riesgo.